A Camila y sus amigos nunca les ha gustado comer en el comedor de la escuela, y aún más cuando los almuerzos empiezan a ir de mal en peor. Las cocineras ahora usan gorros, cocinan platos nuevos y sonríen de forma espeluznante. El vigilante les cuenta que hay una nueva jefa de cocina que solía trabajar ahí hace mucho, mucho tiempo.