Oxford, 1 de mayo de 1956. En la solemnidad de la Biblioteca Bodleiana, el claustro de la universidad se ha reunido para decidir si se le concede un honoris causa al expresidente de los Estados Unidos Harry S. Truman. Una de las personas presentes, la filósofa Elizabeth Anscombe, se opone con vehemencia, porque considera que este reconocimiento no debe concederse a quien, al ordenar el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, fue culpable de la muerte de miles de inocentes.