Lugones se encuentra en medio de una reunión de personajes importantes, cuando un sujeto llama su atención. A pesar de que la primera impresión no va del todo bien, sus cortesías le impiden no entablar conversación con él. Es cuando el extraño le pide, de la manera más extraña, que lo acompañe hasta su habitación, pues trae un mensaje en nombre de Al–Aziz Bil’lah: “Yo he visto un ángel, señor, y asistí a su sacrificio”.