La crisis global que se inició en 2008 está lejos de haber terminado y la salida de la recesión no implica un crecimiento sostenido en las mayores economías desarrolladas. Internacionalmente, la permanencia de las políticas de bajas tasas de interés y de inyección de recursos por parte de los bancos centrales de las economías avanzadas, sin un crecimiento sostenido en esos países, genera mayor incertidumbre financiera en la región latinoamericana.