En este mundo tan lleno de ansiedad y estrés, casi todos actuamos a partir de complejas expectativas sobre lo que deberíamos lograr, la manera en que tendríamos que actuar y el trato que deberíamos recibir de los demás. Como resultado, acabamos convertidos en víctimas de la culpa y el miedo: la culpa de no haber alcanzado determinados objetivos en el pasado y el temor a no conseguirlos en el futuro.