Cuando Rulo regresa a casa después del entierro de su abuelita, la encuentra en su cuarto, convertida en fantasma. En lugar de sentir miedo, comienza a platicar con ella, como si nada hubiera pasado.
Preocupada por la salud mental de Rulo, su mamá lo manda a conversar con su amiga Lulú, una psicóloga con la que tendrá las más graciosas sesiones.