El 68, la tradición de la resistencia es el iluminado relato de las semanas cuando, entre marchas, mítines, errores, sectarismos, proezas individuales y colectivas y tomas de conciencia, un movimiento no solo estudiantil defiende los derechos humanos (sin ese nombre), prepara el advenimiento de la sociedad civil, amplia los horizontes culturales y le da forma a otro modelo de comportamiento.