Cat no recuerda cómo ha acabado en este sitio. Y los demás, tampoco. Los pasillos se contraen y se expanden al ritmo de la respiración del Instituto. De las duchas del vestuario de las chicas cae una lluvia roja como la sangre. ¡Caaaat, gatita bonita! Las puertas han desaparecido. Al igual que las ventanas. No hay escapatoria. Y todos están cambiando poco a poco. El Instituto es así de raro. Ahora Cat es más rápida. Más fuerte. Más valiente que nunca. Ya no tiene nada que perder. Pero ¿Será capaz de detener a eso que les está dando caza uno a uno? ¿Recordará cómo acabó encerrada antes de que sea demasiado tarde? ¡Caaaat, gatita bonita!