La vida cotidiana atravesada por la clase está en constante remiendo. Los rotos son las personas de clase obrera, pero también los constantes destrozos de una existencia popular; las fracturas de una vida hostil, rota, como una kelly al final del turno. Roto como el ánimo de quien pierde dos horas cada día en el transporte público o en la sala de espera de un ambulatorio, sin esperanza de mejora; sin futuro.